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miércoles, 26 de marzo de 2014

THE POTTER: APRENDER A APRENDER

Hola a todos
Esta es una pequeña reflexión sobre el vídeo de The Potter.
¿Qué decir sobre él? En primer lugar que es precioso como historia, su escenario, sus personajes, su ambiente… Es precioso como film.
Pero no nos lo han propuesto con esta intención de realizar una crítica artística (creo), sino que va como anillo al dedo al tema que nos ocupa en esta unida, la competencia de aprender a aprender.
Sobre eso, en la historia aparecen varios elementos, la suma de todos los cuales debe dar lugar a ese aprendizaje que en última instancia se busca. El niño es capaz de confeccionar su cacharro.
El maestro, por cierto, un bicho feo pero de gran corazón (¿somos así los maestros?), manifiesta las cualidades que a mi juicio deben dar lugar a esa forma de aprender, aprendiendo por uno mismo: espera, asentimiento, ternura, paciencia (¿siempre la tenemos? Yo, no, lo reconozco). Sólo interviene para guiar, pero una guía que a veces es solo una mirada o un gesto. Por otra parte, refuerza positivamente el error y abraza el progreso. Grandes cualidades sin duda de ese bicho feo; necesidades del maestro que, en mayor o menor medida, aplicamos en nuestro día a día en las aulas.
Pero no me gusta idealizar, como creo que ya ha quedado patente a lo largo de este posgrado; prefiero romper esquemas para dar lugar a discusiones que puedan abrir nuevas miradas.
Así pues, no hay que centrar esta competencia que nos ocupa simplemente en la figura del maestro. No sólo es un éxito personal si lo conseguimos o un fracaso profesional si no lo logramos. El niño de la historia tiene cualidades que son igual o más necesarias que las manifestadas por el maestro: tesón, insistencia, búsqueda de estrategias… y disciplina, bella palabra que últimamente ha adquirido un carácter peyorativo, despectivo o, incluso, ofensivo. Pues bien, sin disciplina no hay aprendizaje, no hay avance, no hay carácter. Y no pensemos en esa acepción negativa del término; disciplina es algo más que el comportamiento que, los que hemos cumplido nuestro servicio militar, conocemos como tal.
El alumno ha de ser disciplinado, constante, dispuesto a aceptar el reto, asumir el error y, ¿por qué no?, obedecer al maestro, dejarse guiar por él. El niño de la película así lo hace, aun estando harto de sus ensayos-errores no se revuelve contra el maestro, no carga contra él. Yo diría que hay una relación mutua de afecto y ternura, incluso en los momentos difíciles.
Bueno, quizá como modo de abrir debate, pienso que esto no siempre es así. Alumnos y familias (especialmente estas últimas en nuestro “primer mundo”) no asumen ese reto, esfuerzo y tesón, en complicidad con el maestro.
Aprender a aprender sí, pero todos los sectores implicados: padres, profesores, directivos, políticos… y alumnos, por supuesto.

Un saludo desde España.

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