Hola a todos
Esta es una pequeña reflexión sobre el vídeo de The
Potter.
¿Qué decir sobre él? En primer lugar
que es precioso como historia, su escenario, sus personajes, su ambiente… Es precioso
como film.
Pero no nos lo han propuesto con
esta intención de realizar una crítica artística (creo), sino que va como
anillo al dedo al tema que nos ocupa en esta unida, la competencia de aprender
a aprender.
Sobre eso, en la historia aparecen
varios elementos, la suma de todos los cuales debe dar lugar a ese aprendizaje
que en última instancia se busca. El niño es capaz de confeccionar su cacharro.
El maestro, por cierto, un bicho
feo pero de gran corazón (¿somos así los maestros?), manifiesta las cualidades
que a mi juicio deben dar lugar a esa forma de aprender, aprendiendo por uno
mismo: espera, asentimiento, ternura, paciencia (¿siempre la tenemos? Yo, no,
lo reconozco). Sólo interviene para guiar, pero una guía que a veces es solo
una mirada o un gesto. Por otra parte, refuerza positivamente el error y abraza
el progreso. Grandes cualidades sin duda de ese bicho feo; necesidades del
maestro que, en mayor o menor medida, aplicamos en nuestro día a día en las
aulas.
Pero no me gusta idealizar, como
creo que ya ha quedado patente a lo largo de este posgrado; prefiero romper
esquemas para dar lugar a discusiones que puedan abrir nuevas miradas.
Así pues, no hay que centrar esta
competencia que nos ocupa simplemente en la figura del maestro. No sólo es un
éxito personal si lo conseguimos o un fracaso profesional si no lo logramos. El
niño de la historia tiene cualidades que son igual o más necesarias que las
manifestadas por el maestro: tesón, insistencia, búsqueda de estrategias… y
disciplina, bella palabra que últimamente ha adquirido un carácter peyorativo,
despectivo o, incluso, ofensivo. Pues bien, sin disciplina no hay aprendizaje,
no hay avance, no hay carácter. Y no pensemos en esa acepción negativa del
término; disciplina es algo más que el comportamiento que, los que hemos
cumplido nuestro servicio militar, conocemos como tal.
El alumno ha de ser disciplinado,
constante, dispuesto a aceptar el reto, asumir el error y, ¿por qué no?, obedecer
al maestro, dejarse guiar por él. El niño de la película así lo hace, aun
estando harto de sus ensayos-errores no se revuelve contra el maestro, no carga
contra él. Yo diría que hay una relación mutua de afecto y ternura, incluso en
los momentos difíciles.
Bueno, quizá como modo de abrir
debate, pienso que esto no siempre es así. Alumnos y familias (especialmente
estas últimas en nuestro “primer mundo”) no asumen ese reto, esfuerzo y tesón, en
complicidad con el maestro.
Aprender a aprender sí, pero
todos los sectores implicados: padres, profesores, directivos, políticos… y alumnos,
por supuesto.
Un saludo desde España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario